RELATOS MARINEROS
AVISO DE TEMPORAL - FEBRERO 1988
La isla de "Lobos"
Estábamos volviendo desde la Paloma con destino Buenos Aires luego de haber abandonado la regata a Floria en circunstancias que relataré en alguna nueva inspiración.
El tiempo era maravilloso, el cielo bien azul, vientos francos, una brisa de unos 10 nudos, el gennaker portando en el limite de la sustentación y José Ignacio por el través.
Un verdadero festín para navegantes encopetinados subsumidos en el anecdotario y con el delirio místico de una extravagante idea:
Dejar la Isla de Lobos a estribor
El envalentonado navegador la manda de una vez y para siempre....-¿Y si dejamos la isla de Lobos por Estribor?
El pueblo respondió con la mezcla de entusiasmo e indiferencia del trance producto del aire puro del mar, de las sales, de los días felices en tierra firme y de quien sabe que otro espirituoso estímulo. Igualmente el dueño de la embarcación.
La verdad que el atractivo desafío imponía un buen rodeo y teniendo en cuenta los antecedentes del viaje de ida, la hora y ciertas formaciones nubosas que se veían en el horizonte pensé que era un verdadero delirio y que cualquier criterioso marinero hubiese desistido del designio, dirigiéndose rápidamente a Punta del Este como para llegar antes del anochecer por un tema de practicidad y prudencia.
Sin embargo, estaba reprimido ante tanto entusiasmo general por lo cual pensé para mis adentros que estaban todos en pedo pero no dije nada.
Pero el horizonte se empezó a poner muy extraño en el sur.
Y lo que antes se veía como una especie de línea de sombra ahora aparecía como una lejana cadena de montañas.
La juerga seguía en su apogeo cuando el navegador ya empieza a poner la proa apuntando hacia el inmenso mar para cumplir con el plan nefasto de dejar la isla de Lobos a estribor.
Obviamente que aunque estaba al timón ni siquiera reparó en los cielos lejanos, ni en el aire tan denso y pesado, ni en que el viento había mermado y de vez en cuando el globo se venía para abajo.
No se percató de que mas que de la Isla de Lobos, se trataba de la Boca del Lobo.
Un Aguafiestas
Bueno, atendiendo a que el barco había sido despachado por mi humilde persona, mi intervención fue la siguiente, habiendo llegado al límite de mi capacidad de contención:
- Abajo el gennaker, prendan motor, y a toda velocidad a Punta del Este!-
Todo aquel que se considere un líder democrático en un barco donde la gente no se conoce bien , sabrá que hay que afrontar estas situaciones silenciosamente y con dignidad.
Además si el líder no es el propietario del barco, quien encarne ese rol no solo tiene que lidiar con los de abajo, sino también con el owner.
El repudio de quien había tenido la brillante idea enseguida encendió la protesta generalizada y las preguntas de por que razón aparecía esta posición contraria y por cierto injustificada de arruinar el paseo.
Entonces , con una certeza que ni yo mismo sé de donde extraje, les digo a todos que se viene un terrible temporal por lo cual el paseito se suspende y vamos a tratar de entrar a puerto antes de que se pudra todo.
A las miradas incrédulas se sumaron algunas quejas, algunos ehhhh, u otros – “no pasa nada”, no va a pasar nada. La clásica “negación”
En ese contexto tan poco amigable el barco puso proa a Punta del Este con el motor al mango y apoyo de la mayor.
De nuevo “un muchacho que sabe”
En el silencio de la mala onda generada, de pronto se escucha en la radio:
A TODAS LAS EMBARCACIONES QUE NAVEGAN EN LAS PROXIMIDADES DE PUNTA DEL ESTE.......
Increíble pero cierto: La costera de Punta del Este emitía un aviso de temporal con vientos fuertes a muy fuertes, FUERZA 9/10, y recomendaba el pronto qsl y en lo posible la entrada a Puerto.
Imaginemos por un instante las miradas de los insurrectos hacia su Capitán.
El aire se cortaba con cuchillo.
Parece que tenía razón una vez mas, una razón que solo tomó fuerza cuando escucharon el llamado en el VHF.
Este fenómeno, no me refiero al meteorológico, sino al humano es muy común en los ambientes argentinos.
Tal vez por haber vivido muchos años en Europa o por la enseñanza que he recibido de mi padre , marino él, creo en el trabajo en equipo, creo que la autoridad debe reconocerse por los fundamentos de la razón o de las responsabilidades que acarrea mas que por poner voz de mando.
Creo que en un barco cualquier opinión fundada es válida así como también cualquier orden debe reposar en el criterio o en la decisión responsable.
Aquí las razones fueron de mucho peso a la hora de la propuesta absurda y riesgosa y de poco peso frente a la evaluación de hechos objetivos, como ser el cielo, el barómetro, la hora.
Pero bueno, la cuestión es que todos se volvieron atentos a un cielo que hacía pensar mas en el Cabo de Hornos que en la deliciosa marea de la tarde.
Todos estuvieron ansiosos por ir mas rápido , por llegar antes de que la boca negra nos engulla para perdernos en ella.
Estaba todo muy feo.
Así fue que entramos al puerto y fue grande el alivio de sentir que estaríamos resguardados porque ya la tormenta parecía estar encima junto con la noche negra.
Seguían alertando por la radio.
Algunos se atrevieron a elogiar la clarividencia de éste marinero cuya intuición resultó comparable a la de la Prefectura Naval mientras tomábamos una boya con un par de vueltas de cadena como para aguantar lo que venga.
Epílogo
No relataré el temporal porque a decir verdad, no hubo tal. Fue una noche de gran calma. No llovió, no hubo viento. Dormimos como leones.
A nadie se le ocurrió lamentarse por no haber dado la vuelta a la Isla de Lobos. Indudablemente se la pasa bien en Punta del Este.