

RELATOS MARINEROS



EL THAIS - 2012
Imbituba - Angra dos Reis
En febrero de 2012 me pidieron llevar un Barco , el "Thais", desde el lugar de su botadura , el Puerto de Imbituba, hasta Marina Piratas en Angra dos Reis.
Fue otra aventura maravillosa, con contratiempos de todo tipo, pero con un final feliz. El barco un BB36. Su construcción se inició en Porto Alegre, pero el astillero se trasladó a Imbituba incluído el Thaís semi terminado.


Cuando llegase a Imbituba, en teoría estaría todo listo, el barco en el agua y presto para su alistamiento a son de mar.
Pero bueno, las cosas no son siempre como están planteadas, por lo cual estuve varios días en Imbituba con contratiempos increíbles, vinculados mayormente a la burocracia local y al hecho que el Astillero nunca había botado un barco en dicho puerto.
Había conocido Imbituba en una navegación anterior, donde recalamos para pasar un ventarrón, sin ni siquiera bajar a tierra y durante el viaje desde Buenos Aires no me representaba donde encontraría el barco, probablemente fondeado.
En lo concreto , el barco estaba en el astillero, no se contaba con permisos para botarlo y todo dependía de una funcionaria que hasta último momento nos tuvo en ascuas.
Entretanto se alistaron los dos tripulantes brasileros que me acompañarían en el viaje, los dos médicos uno anestesista y otro cirujano con quienes hicimos el aprovisionamiento de víveres, agua y combustibles para la travesía.


Botadura del "Thais"
Finalmente llegó el gran día. Se montó un fenomenal dispositivo para transportar el barco desde el astillero así como también un montacargas gigante para meterlo en el agua en el Puerto desde un muelle a pique de varios metros.



Bautismo de rigor con una botella de champagne contra el caperol, y al agua con el barco.
Solo faltaron la banda y la madrina.
Una vez el barco en el agua comenzó la colocación del palo, un revuelo con mucha gente dando vueltas y gritando al mejor estilo brasilero.
Todo mas o menos bien pero no tanto . El barco estaba haciendo agua.


Entraba agua por la bocina y con artilugios mas o menos chapuceros se logro frenar la catarata pero el conductor del montacargas que usamos para botarlo cumplió su horario y se retiró dejándonos si posibilidad de sacar el barco y reparar la vía de agua.
La colocación del palo también fué compleja, encontrándonos con que los cables estaban sobredimensionados, quedando sin registro para una mínima puesta a punto, por lo cual quedó fijado por sendas escotas, y otros artilugios como para que no se desplome.
El tema es que ya no se podía sacar el barco del agua y entrada la noche, todos se retiraron, incluídos los tripulantes y allí quedamos, el barco y yo, en la soledad y abarloados a unas lanchas de practicaje, que me permitieron la cortesía con la condición de abandonar el lugar en cuanto se requiera un servicio y en el mejor de los casos al alba.
Me preparé una cena y me fuí a dormir, controlando la entrada de agua que persistía.
Antes del amanecer, me pidieron amablemente que me retirase . Así es que encendí el motor y zarpé para dar algunas vueltas por el puerto hasta que ya con algo de luz pude fondear entre los pesqueros.
La Cuadrilla
Habíamos acordado que por la mañana vendrían los del astillero a solucionar los problemas de la jarcia y embarcarían a los tripulantes.


Abordaron el barco cual piratas somalíes y en instantes había gente pendulando en el tope del mástil, todavía sostenido por escotas, calzando los topes de obenques y stayes, otros trabajaban tratando de solucionar el tema de la la botavara, con un falla esencial en la gancera y otras yerbas. Mucho Brasil, mucho grito, hasta que por fin llegamos a un estado que consistía en lo siguiente: Llegar como sea hasta Floria, o sea sin mayor, y haciendo agua como única opción para continuar con la misión.
Para solucionar la vía de agua habría que sacar el barco y en Imbituba eso no era posible por lo cual se levantaría el barco en Florianópolis.
El tema de la gancera y la botavara no eran solucionables, sin trabajos de herrería que no podían concretarse en lo inmediato.
El único turno en Florianópolis para levantar el barco era al mediodía del día siguiente.
Con esas perspectivas solo nos quedaba zarpar a la madrugada para llegar en horario y asumir el riesgo de salir al mar con el barco haciendo agua y sin vela mayor.
Una vez que se retiró el grupo comando, quedamos los tres tripulantes acomodando los viveres , armando la ruta a Floria y apareció un pescador ofreciendo peixe fresco, y medio muertos de hambre compramos algunas piezas.
Se largó un tremendo chaparrón cuando vimos entrar un pesquero camaronero que fondeó cerca nuestro.
Así que fué que uno de los tripulantes se subió al bote del pescador y volvió con una bolsa de camaraos , tremendos, para nosotros serían langostinos de


Los Camarones de Despedida
Creo que jamás había comido y no se si comeré algo tan delicioso como aquellos camarones recién salidos del mar, en una cantidad como para no quedarse con las ganas.
Solo aceite y ajo, vuelta y vuelta, por Dios, no paramos hasta que pasó el último por la sartén. También le dimos a los peixes. Tratamos de conservar las sobras de éstos mas perdieron su frescura mas rápido de lo que pensamos y debimos arrojarlas al mar a la mañana siguiente con considerable aroma a lobo marino descompuesto al levantar la tapa de la olla.


Imbituba - Florianópolis
Sin esperar la madrugada, habiendo parado la lluvia y con pronóstico benevolente decidimos hacernos a la mar zarpando de Imbituba después de nuestra opípara cena. El barco no tenía timón automático así que de timonear se trataba, solo con la vela de proa y apoyo de motor.
La zarpada fué extraña. La noche se destacaba en un particular ensamble con el boyado , con las sombras de la escollera hasta que aparecimos en el mar abierto con el genoa desplegado , con una brisa fresca que nos llevaba a una ETA mas o menos acorde con el operativo planeado.


La navegación fué mas bien tranquila sin mucha rotación de viento hasta que a la madrugada ya estabamos próximos a la Bahía de Castellanos prontos a ingresar al Canal Sul. La navegación por ese canal siempre tiene sus particularidades. En ésta ocasión resultó bastante tranquila, avistando muchos delfines, hasta que llegamos a destino con lluvia por momentos torrencial.




Ya estaba todo listo para levantar el barco solo quedaba rezar para que la cuadrilla móvil llegase a tiempo ya que los trabajos se harían con el barco en la pluma, tipo boxes en la fórmula 1. Finalmente llegaron y se distribuyeron la tarea los que se ocupaban de la bocina y la estanqueidad , y los muchachos de la gancera y jarcia.






El operativo se realizó en ocasiones bajo lluvia torrencial. Finalmente despues de comer algo en el Iate Cube nos aprestamos para zarpar rumbo a Angra. La idea era ir de un tirón ya que los tripulantes tenían disponibilidad limitada por sus actividades. La meteo se anunciaba propicia , así que una vez que terminamos con los trámites y nos despedimos de la task force de Imbituba, dejamos los veleros da ilha.


Ilha do Arvoredo
Encaramos la travesía por el Canal Norte, pasamos los puentes con mucha tranquilidad, aunque siempre se teme lo peor cuando uno pasa debajo de ellos. Todo en orden, con navegación precisa, motor y viento mas bien de proa con la promesa de que se iba a dar vuelta. Pero cuando pasamos por la Ilha do Arvoredo el mar hizo su aparición y el mal también. Ya había tenido una experiencia similar. Las olas son francamente importantes en cualquier condición y ahí es donde comienza el baile. Varias cuestiones, la primera que se vino la noche, el viento se franqueó y el barco se convirtió en muy difícil de gobernar. Sin autohelm solo quedaba el talento humano y el estado físico para bancar un barco con éste tipo de diseño, con muy poca por no decir ninguna estabilidad de ruta. Extremadamente sensible, al punto que recordaba aquella vieja poesía, "El barco ebrio" y el tango "Los mareados" , si a eso se suma la popa redonda, la noche negra mas negra que nunca, el compás de bitácora con una luz inadecuada que producía ceguera, usar lentes, el plotter que había que tapar porque también encandilaba. Luego de varias atravesadas y trabuchadas, con dificultad bajamos la mayor para quedar solo con la vela de proa. La fantasías gastronómicas , la euforia en el supermecado de Imbituba, se fueron al diablo en aquella primera nochecita, quedando la tripulación reducida a 1/3.


Porto Belo
Cuestión que pasadas unas horas, se escucha en la radio un llamado con frituras. Traducción de por medio , se anunciaba un ventarrón del sur en las próximas horas. Esa novedad hubiese sido una alegría en otro contexto, pero haciendo el cuadro de situación, con terribles dolores de cuello y espalda, con los lentes empañados, haciendo malabarismos para mantener el barco en rumbo, con los tripulantes voluntariosos pero groguis.. decidí cambiar el rumbo 90 grados y poner proa a Porto Belo donde arrivamos a la madrugada.


Luego de dormir unas horas como tigres, despertamos con la inquietud de uno de los tripulantes , que haciendo cálculos concluyó que no llegaría en la fecha prevista a Angra dos Reis , por lo cual decidió desembarcarse por responsabilidad laboral. Rápidamente se realizó el operativo y quedamos dos tripulantes para completar el recorrido. De la experiencia de la travesía anterior revisamos la maniobra, hicimos algunos ajustes en la navegación, planificamos la ruta, y ...nos asaltó tremenda duda acerca del combustible que veníamos consumiendo desde nuestra partida en Imbituba, y otra acerca de una cuestión que tenía que ver con la capacidad del tanque de gasoil, una presunta carga en el astillero y reposición en Floria. Sin que nos terminen de cerrar las cuentas, haciendo intentos de cálculo de volumen de un recipiente un tanto amorfo, con curvas, engrosamientos, angostamientos... partimos al inmenso mar.


Carnaval en Paranagua
Después de zarpar de Porto Belo , con un mar azul profundo y un brisa que daba para una navegación portante, disfrutamos varias horas de tener todo bajo control del barco mas estable a un descuartelar. Hasta que fué llegando el recalmón. Y traca traca, una noche tranquila con un amanecer de piscina all inclusive. Un mar de fondo mas que acunante.


Y el viento no llegaba. Habíamos navegado muchas horas a motor, y nos volvió a asaltar la duda acerca de cual era la capacidad del tanque, cuanto combustible teníamos, cuanto consumía realmente, y varias cuestiones que siembran dudas o solo se trata de dudar. Cuando la duda irrumpe como el viento blanco sobran razones como para dejarse llevar o bien uno las inventa. En la retrospectiva parecen obviedades, cuestiones básicas, pero nosotros los de entonces ya no somos los mismos. Preguntamos en el astillero la capacidad del tanque. Vacilaciones. 60/ 80 / 100. Era bastante pequeño al observador, calculamos unos ochenta litros. Ya tenía combustible que le habían cargado en el astillero, primero dijeron 20 litros, luego vacilaciones. En Floria llenamos y nos alegramos pensando que habían sido mas generosos. Y agregamos un par de bidones suplementarios de 20 litros. Mas cuando llegamos a Porto Belo, agregamos los dos bidones, entonces habíamos consumido unos 40 litros a pesar de haber navegado bastante a vela. Dudas sobre el consumo. En fin. Todo este delirio nos empujó a la maravillosa decisión de poner proa a Paranaguá y abastecernos de combustible como para ir tranquilos en éstos mares donde te podes pasar un par de días de calma chicha, ,pasar el canal de San Sebastián y completar el tramo hasta Angra donde tampoco suele haber garantía de navegar a vela. Y el mar en esa zona es casi insoportable para navegar con vientos suaves. Otra vez esa fantástica sensación de recalar en un puerto desconocido. Pusimos rumbo a la primera boya del Canal de la Galheta, que lleva ese nombre suponemos por la maravillosa isla que se deja por babor, con la ilha do Mel a estribor. La navegación por el canal es francamente es impresionante con buen tiempo. Rompientes en ambos veriles, como para aprender la modestia e imaginarse lo que puede llegar a ser con vientos fuertes, o quedarse sin motor .......
Mucho delfín dando vueltas y de a poco fuimos ingresando en el delta. Intentamos hacer combustible en una especie de Club Nautico que nos marcaba el GPS, sin suerte, no nos dejaron desembarcar y no había combustible, así que remontamos hasta llegar a un canal próximo al Iate Clube al anochecer, donde tomamos una boya en una subsede en la isla de Cotinga y allí pasamos la noche, para . a la mañana siguiente ir a la sede céntrica y completar el abastecimiento.






Con el tanque lleno y reservas, ya entrada la nochecita salimos rumbo al centro de la ciudad. Era el carnaval , algo difícil de interpretar para un profano. Sin duda no se trataba del carnaval carioca. Si tuviera que describir el desfile de personajes no tendría modo de hacerlo. Sí puedo afirmar que nunca había visto cientos de hombres con lencería de mujer, bombachas y corpiños. Cientos. Escolares, estudiantes, bebiendo , bailando en un mundo de prendas femeninas, ropa interior. Las mujeres con mayor diversidad. Le pregunté al tripulante brasilero que significado tenía este aluvión trans vestido, y no puedo reproducir su franca y práctica respuesta.




Luego de una nutrida cena de puro camarao con cerveja, nos fuimos a dormir y temprano en la mañana zarpamos . Por río Itibiré salimos a la Bahía de Paranagua buscando el canal para hacernos a la mar . La Salida con lluvia y poco viento dejando la Galheta y la ilha do Mel para recorrer el canal hasta aguas seguras. Los malos pensamientos de que fallase el motor, infundían cierta adrenalina cuando veíamos las rompientes, el ancho del canal y el tráfico marítimo.





Ya en el mar abierto , pusimos rumbo a San Sebastián, con brisa muy leve y ayuda de motor. Improvisamos una especie de piloto automático , con shock cords, cabos , sin lograr que el barco conservara el rumbo sin presencia humana, pero al menos resultaba mucho mas fácil de timonear.
Y nos quedamos sin motor...
Con el mar calmo y casi sin viento, la navegación casi lacustre pero tranquilos porque teníamos el combustible controlado y avanzábamos a unos 6 nudos.

Sin embargo la famosa ley irrumpe tarde o temprano. Alrededor de las 4 o 5 de la tarde una pared negra comenzó a emerger en nuestra proa. Plana como un horizonte , parecía como plácida y cada vez ocupaba mas espacio en un cielo límpido y despejado. Literalmente un muro desde el horizonte marino hacia el zenith cuando la tuvimos encima.
Creo que nunca en mi vida vi una lluvia mas torrencial que aquella, el mundo se convirtió en una burbuja verde y caían toneladas de agua con visibilidad limitada al cockpit.
En ese contexto y siempre al timón, tras que era difícil gobernar el barco, imáginemos los lentes empañados el compas invisible y sin la mas mínima referencia, habida cuenta que el plotter tampoco ayudaba mucho como para timonear de ahí. Entre tanto el resplandor de un rayo animaba aun mas la fiesta, para dejar lugar al trueno mezclado con el ensordecedor golpeteo de las gotas que caían como piedras. Y si.... justo en ese escenario es cuando tiene que fallar el motor. Empezó como a ratonear , hasta que se plantó. Arrancó un par de veces con la misma suerte. Así fué que quedamos boyando, sin que soplara ni medio nudo de viento, como para ser embestidos por cualquier carguero , crucero, buque de guerra o pesquero y perdernos en el anonimato de la burbuja en que pasamos gran parte de la noche porque si bién la lluvia torrencial paró, la visibilidad fué casi nula durante toda la noche. Por momentos aparecía alguna brisa, por supuesto bien de proa.



Y nos quedamos sin motor... a Santos
Y de más está decir que probamos de todo para hacer que el motorcito, cero km, arranque pero no hubo forma. Pensamos que era el famoso "suspiro", improvisamos otros canales de ventilación, revisamos los filtros , era todo nuevo pero no hubo forma de que arranque. Así fué que por la mañana se levantó una brisa y decidimos poner proa a Santos como para llegar a vela ya que nos daba con una ceñida apretada como para arrimar a vela. El tramo resultó muy placentero con el barco bien apoyado y las velas portantes. En un momento mi compañero brasilero que venía sentado en la banda pega un tremendo alarido, -tubarao! . Como justo era oriundo de la la ciudad de Tubarao, pensé que había enloquecido, como si yo gritara - Buenos Aires, pero no, ahí vi un enorme animal atigrado que flotaba medio escorado, como si estuviera durmiendo, o tal vez estaba moribundo. Nunca pensé que podían existir tiburones de ese tamaño en el atlántico sur. Luego cuando visité el museo de Santos me dí cuenta que los baños en alta mar en esas latitudes tienen que ser reconsiderados. Finalmente ingresamos a vela en la Bahía de Santos donde pensábamos pedir remolque para ingresar en el Iate Clube de Santos. Mientras hacíamos dedo para ingresar a la dársena, y no podía ser de otra manera el motor arrancó. Así fué que el Thais amarró en el club justo en los días de carnaval. El tripulante Jean , luego de una recorrida y cena en la rambla, partió raudo a su trabajo y quedé solo. La idea era conseguir un mecánico, pero también un tripulante, ya que sin autopilot no llegaría en buenos términos a destino, aunque pensé en largarme en solitario hasta Ilhabela, descansar ahí y seguir luego hasta Angra.






Días en Santos. Sigue el Carnaval. Thor.
Otra vez la soledad y con líos en puerta. Luego de la partida de Jean , se venía un fin de semana de carnaval por lo que me empeñé en conseguir un mecánico que finalmente se apersonó y luego de todas las recorridas típicas , limpieza de filtros , purgados, concluyó que estaba todo bien y por suerte le pedí que hiciéramos una prueba. Falló nuevamente en la acelerada, así que volviendo a empezar apareció la supuesta causa de todos los males. En la salida del tanque de combustible. Un nylon obstruyendo. Barco nuevo, seguramente era del empaque de la manguera. Dios Mío. Ahi salio limpito. Ahora solo quedaba conseguir el tripulante. En el interín me quedé sin anteojos y ya próximo a la hora de cierre de los comercios. Me trague un cabo de amarre elevado y se fueron directo al agua sin posibiilidad de recuperarlos. Salí corriendo del club por la calle comercial, encontré una óptica y una bella señorita , consultando a su jefe me vendió un par de lentes de algún difunto o persona que los encargó y nunca los retiró. De ahí me fuí a casa de un postulante para acompañarme hasta Angra. Un personaje típico de clubes, con glorias y regatas relatadas al compás de la birra. Todo bien hasta que me comunicó sus honorarios por acompañarme de Santos a Angra. Me despedí cordialmente y recurrí a otra fuente. Surgió el amigo Thor que viajaría desde Angra para llegar cuanto antes a Santos. Teniendo en cuenta que era Carnaval , no tenía certeza de cuando llegaría, así que me fuí de recorrida por la bahía y también me tomé un bus para el centro histórico. Visité el museo temático y cuando estaba regresando al barco apareció Thor. Lo reconocí porque andaba deambulando con una mochila y un turbante en la cabeza.


Ultimo tramo.
Finalmente zarpamos rumbo San Sebastián y luego de una hermosa navegación avistando las maravillosas islas, como la ilha da Moela de la cual pasamos muy cerca. Siempre es un canto de sirenas ver la Ilha de Alcatrazes y con mar calmo y una brisa de unos 10 nudos , avanzamos placenteramente con escotas abiertas hasta que al canal con la sorpresa de un avistamiento de una pareja de orcas, que sinceramente nunca pensé que se aventuraban a esas latitudes. Thor me había propuesto ir por afuera, dejando la isla por babor en busca de viento. Sin embargo no estuve de acuerdo recordando un intento anterior de seguir esa ruta que no resultó muy afortunado. La navegación por el canal fué con un poco más de viento, hasta que llegada la noche ya estábamos en la punta das Canas. Hizo mucho frío esa noche para tales latitudes y el mara estaba imposible. Con poco viento las olas enormes y desparejas hacían muy dificil el gobierno y la vida abordo. Mi compañero Thor estaba envuelto en pañuelos y plásticos , no contábamos con mucho abrigo. Preparé una cena con deshidratados en pote, no tuvo mucho éxito la verdad. Solo yo la devoré a los tumbos. Finalmente llega la guardia y queda mi compañero al timón. Le explico en el plotter que debe seguir la línea roja que marca el rumbo previsto. Cabe destacar que el barco era casi ingobernable ya que el compás de bitacora era ilegible , el plotter encandilaba y la estabilidad de ruta del barco , con poco viento y esa ola despareja era cero. Así fue que me tiré a dormir en el piso para no ser despedido de las cuchetas sin violines. De cuando en cuando me asomaba y le preguntaba a Thor si estaba todo bien, y desde el timón levantaba el pulgar . Ahi me desmaye´no se por cuanto tiempo. Al despertar me asomo y ahí seguí el oficial de guardia con su turbante , pucho y envoltorio en Nylon.


Under Attack
Pasamos la Ponta de Juatinga en la madrugada y vimos la zona poblada de pesqueros. Como siempre casi imposible determinar sus rumbos y si bien tratamos de apartarnos llendo mas al norte , cada vez los teníamos mas cerca. Particularmente uno de ellos que no lográbamos sacarnos de encima. Hicimos cambios de rumbo de hasta 90 grados incluso yendo hacia atrás pero no había forma , siempre estaba ahí y cada vez mas cerca. Ya podíamos oir claramente el traca traca de su motor, su sombra amenazante. Habíamos puesto el motor para tener mas respuesta, sin embargo en un momento ya lo veo casi para abordarnos . Pongo el motor al taco y si, volvió a fallar, no soportaba las aceleradas y empezaba a ratonear amenazando con pararse. Tratando de encontrar una forma de escape y realizando extravagantes cambios de rumbo, nos acechó durante eternos minutos hasta que finalmente desistió de su propósito sin duda no muy amigable. Un tiempo después supe que un velero había desarbolado en una situación parecida en la misma zona, por lo cual solo me queda recomendar que cuando alguien navegue por ahí tome sus recaudos. Otro desconcierto que tuvimos esa noche fue un enorme crucero que también nos tuvo en vela con reiterados cambios de rumbo y velocidad , probablemente esperando el día para desembarcar los predadores en Abrao. El amanecer fué muy extraño. Frió y húmedo con la Ilha Grande a estribor, parecía un paisaje de los mares australes.






Ultima escala y llegada a Marinha Piratas
A pedido de Thor hicimos una escala en Praia Vermelha . Ahí se encontraba su casa, que sobresale en el pintoresco paraje. Lo dejé en el muelle y me quede dando vueltas entre los barcos fondeados, ya que no había boyas ni daba para fondear. Solo se trataba de recoger a un pasajero, una bicicleta y otras cosas. Trajín de carga y descarga de alimentos en la mañana muy temprano. Concluido el operativo pusimos rumbo a Angra, dejamos la Imboassica por babor y en un día maravilloso contrastante con la noche invernal llegamos a destino.




