RELATOS MARINEROS
RECALADA EN SAN CLEMENTE DEL TUYÚ - 1989
Volviendo de Mar del Plata
Veníamos volviendo de Mar del Plata con destino Buenos Aires en el Fede III después de haber participado de la regata La Plata - Mar del Plata en su edición de 1989.
Eramos solo tres tripulantes y llevabábamos toda una noche tratando de pasar el cabo San Antonio, con un nortazo, lluvia y tormentas electricas.
Los pantocazos hacían pensar que en uno de los pandeos el palo se vendría abajo.
Los tripulantes ya venían bastante castigados y sus caripelas eran como deplorables.
Navegábamos con las tres manos de rizos y el foquecito . Parecía que no aflojaría nunca.
Y ahí vinieron las ideas brillantes..poner motor... por Dios.. que pantocazos de la ansiedad.
¿Y si entramos a General Lavalle?
Ahi se nos venían a la mente las revistas de náutica, los relatos de navegantes que se habían aventurado entre los cangrejales y otros perdidos en esas extrañas aguas.
No conocíamos la zona y sabíamos por referencias que no era tan simple ingresar en la Bahía de Samborombón.
Entonces nos comunicamos con la Prefectura Naval de General Lavalle por radio y francamente nos desalentaron.
La mejor opción que nos brindaron fue seguir , navegar mar adentro y aguantar con un pronóstico no muy auspicioso.
Pero también nos frustraban nuestro argumento para decidirnos a conocer esas aguas.
Cuando cerramos la comunicación con la Prefectura sentimos por la radio un mensaje entre las frituras que parecía dirigirse a nosotros.
¿Quien modulaba?
Era un pesquero, cuyo nombre era imposible de decifrar con la mala propagación o pronunciación o capacidad de escucha.
El nombre era algo así como Huemari, Goimari, y asumimos el primero.
- Huemari Huemari aquí Fede III..........................-
Entre pantocazos y mala señal, nos explicaron que estaban pescando frente al faro San Antonio, y que si queríamos podían guiarnos para recalar en San Clemente.
Y entonces el gran debate. De verdad estábamos agotados pero también se agregaba la tentación de conocer nuevos puertos.
Finalmente decidimos encontrarnos con "Huemarí" para que nos guíe en las peligrosas entradas de la Bahía y la Ria de Ajó.
Claro que los ánimos estaban un poco caldeados por la baqueteada y hubo algunas extravagantes alucinaciones, como ser confundir el buque de la Armada "Canal de Beagle", con el pesquero Huemari....
No faltó alguna que otra discusión referida al excesivo alejamiento de la costa toda vez que el afán por llegar incitaba a un camino mas directo pero no por ello menos mortal.
Siguiendo las instrucciones de nuestros solidarios anfitriones continuamos navegando hacia el norte hasta tener el Faro San Antonio por el través para luego navegar en la enfilación , entre los peligrosos bancos de tosca con sus burbujeantes rompientes.
Y Allí estaba el Huemari, protegido de la marejada por los bancos y la costa.
No era lo que nuestras mentes se había representado.
No era amarillo sino blanco y mas parecía una lancha que un pesquero.
Una terrible correntada se hizo manifiesta cuando nos aproximábamos a Punta Rasa.
"HUGO Y MARY"
Por fin pudimos leer el nombre de nuestro famoso pesquero y no podíamos creer que su verdadero nombre era HUGO Y MARY.
Después de tanto pensar en Guaraníes resultó ser que llevaba el nombre de sus propietarios quienes además eran dueños de uno de los restauranes del puerto de San Clemente del Tuyú.
Así fué que viramos la punta y que nos hizo pasar a remolque el Hugo y Mary ya que no había calado y solo se podía pasar arando.
La correntada es realmente impresionante.
Cuando estabamos frente a Tapera de Lopez, todavía llevabamos nuestra mayor rizada con el viento medio franco no la habíamos bajado.
Y he aquí que en una clavada el barco se atravesó y justo, nuestro tripulante mas cabeza dura se pegó una estirada para mirar hacia proa.
Y se vino la botavara como un misil exocet trabuchando para darle justo en los parietales.
Así fué que cayó redondo, por suerte en la bancada , adentro del barco.
Pensé realmente que había muerto, porque el golpe fue terrible y tenía toda la cara morada.
Pero no, tranquilos todos, está hoy todavía entre nosotros y no permaneció en coma mas que un par de minutos que resultaron eternos.
Arrastrados fuimos abriendo surcos hasta quedar en el mismísimo Mundo Marino, amarrados a uno de los muelles.
Fueron muchos días que estuvimos allí, disfrutando para que negarlo. La Ría tiene su encanto.
Con la bajante quedamos enterrados en el cangrejal y había que estar atentos para que el barco no quede colgando.
Unos días después llegaron mas tripulantes y otra vez , asistidos por el Hugo y Mary, dejamos aquellas aguas torrentosas y nos internamos en el atlántico dejando el faro San Antonio con la enfilación en la nuca y con bastante nerviosismo.